Vejer de la Frontera es como un faro iluminado en medio de la montaña. Incluso cuando es de día. Esa es la impresión que uno tiene cuando comienza a atisbar su figura a lo lejos, desde la carretera que se eleva suavemente mientras nos acerca a ese resplandeciente conjunto de palmeras y casitas blancas que forman la cara norte del municipio. Su entramado de vías estrechas, callejones y cuestas se amolda a la perfección a las dos colinas sobre las que se asienta. En la parte más elevada, el castillo brinda la mejor panorámica.

En Vejer la vida está en la calle, en las terrzas de sus plazas, como la de España, la de los pescaítos, llamada así por los peces de colores de su fuente. La playa del Palmar, a diez minutos en coche, es un buen lugar para esperar la caída del sol.

La esxcursión

Antes de llegar a Vejer, descubriremos en la Finca Sancha Pérez los secretos de la agricultura ecológica y degustar y adquirir vinos tintos y aceites de oliva virgen extra ecológicos. Continuaremos hasta Vejer, pueblo que enamora desde el primer momento, donde podremos recorrer sus calles, visitar sus rincones y conocer sus costumbres y platos tradicionales.

En Mayo podrmos disfrutar de salidas para presenciar el arte milenario de la almadraba y levantá del atún (bajo reserva).

Podremos visitar una fabrica de salazones, donde realizaremos un recorrido por todo el proceso que hace el atún desde que entra en las instalaciones hasta su venta.

Si da tiempo podremos visitar las minas de Bolonia.

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